Hasta para torturar animales hay que tener algo de estilo. Los españoles por ejemplo, de estilo cero. Para torturar a un toro vestimos a un tipo con un traje suuuperhortera, y luego venga, a engañar al toro por la plaza y clavarle palitos en la espalda… Ni Goya ni hostias, menuda cutrez.
Por contra los catalanes hacen estas cosas mucho mejor. No me extraña que se quieran separar de España. Ellos le prenden fuego a los cuernos, y dejan al toro ciego y luego si se tercia lo tiran por un barranquillo al arroyo para que se le vaya el susto. No se como dos pueblos con tradiciones tan distintas han estado bajo un mismo estado 5 siglos. Es que lo pienso, y mira, ¡no me entra en la cabeza!

El mundo está lleno de problemas tan grandes que cuando intentamos pensar en alguna solución, su complejidad nos desborda y es fácil terminar mirando para otro lado. Pensemos en la comida. Comer es algo que todos los animales hacen pero a lo que los humanos damos un significado mas allá de la pura subsistencia. Comer es una tradición, un acto individual y una ceremonia social y lo que comemos o dejamos de comer hoy día es producto de siglos de cultura. Pero comer también tiene sus enormes implicaciones económicas y ecológicas y morales. De todo esto habla Jonathan Saffran Foer en su libro “Eating Animals“. Tras nacer su primer hijo Safran-Foer se pregunta ¿Es ético alimentarlo con carne? Y eso da pie a una larga investigación sobre la producción industrial de carne que domina el sistema alimenticio global.

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