La silla ecléctica

Recuerdos y ternura

Octubre 7th, 2007 by Sergio

Era un bar de esos donde solemos acudir los estudiantes a comer grandes cantidades de fritos por poco dinero, donde hay que hacer cola para pedir y el vaso mas pequeño es de medio litro. Allí, entre docenas de jóvenes hablándose a voces había una pareja de ancianos. Él, alto y delgado, con bigotito de otra época y aire de señor. Ella pequeña y arrugada, como si el peso de los años cayera en su cuello y la obligara a vivir hecha un ovillo. Vestidos con la ropa de salir comían muy despacito pollo con patatas fritas. Los imagino despertándose cada sábado, peinándose con cuidado, tomando de sus viejos armarios la ropa elegante y saliendo a pasear silenciosamente por las calles céntricas de Madrid, como habían hecho toda su vida. Pero Madrid es una ciudad que no reconocen, todo lo que conocían ya murió y ellos esperan su turno disfrutando del sol de una primavera temprana y comiendo donde la inflación deja.

Así estaban cuando los vi, masticando con pasimonia, tomando la comida con la torpeza que dan unos brazos marchitos y sin hablar, como sólo pueden hacer dos personas que ya se dijeron todo. Cuando aún quedaba comida en el plato, el marido se levantó a pagar y mientras esperaba su turno miraba con reprobación al resto de la ruidosa clientela, unos estudiantes que disfrutamos de un tiempo que ellos ya agotaron, nuevas generaciones que ignoramos a las anteriores.

Aún estaba sentada la señora y un grupo que comía de pié se apresuró a ocupar su mesa. En su griterío y sus conversaciones superficiales no se dieron cuenta de que estaban viendo la escena mas tierna de su vida cuando los ancianos salieron juntos, cogidos de la mano, él ayudando a ella a andar como lo hacían todo, muy despacito.

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