Perfecta competencia imaginaria
Llevamos 5 minutos mirándonos fijamente tras nuestros monitores. Ella en su mesa, yo en la mía, frente a frente sin parar de teclear. Ella, más concentrada, más ingeniosa, más eficiente. Ella, compañera en el trabajo. Mi rival. Mi querida archienemiga. Me sonríe con malicia y, siempre tecleando, dice que si no dejo de observarla aún me va a dejar más atrás.
Vuelvo a mi mundo. A mi programación frenética, a la lucha por mi vanidad, quiero decir, por mejorar. Ella se levanta y yo vuelvo a mirar su ropa perfectamente combinada, su precioso cuello, su forma de andar.
Maldita perfección.
Sólo dame un poco más de tiempo. Acabaré contigo.