La silla ecléctica

De hombres y mujeres en el S.XXI

Junio 16th, 2008 by Sergio

Por desgracia nos estamos acostumbrando a ver a la clase política como un consejo de administración del país. Meros gestores del día a día. Por esto llama la atención cuando la ministra de igualdad habla de algo tan de fondo como el desarrollo de nuevos modelos de masculinidad. Independientemente de que crea que su ministerio es un ministerio de cara a la galeria (como casi todo lo que hace el PSOE) creo que la ministra ha acertado en sacar a la luz esta cuestión interesante, o por lo menos me interesa a mi, infinitamente más que las tonterías del sexo de los sustantivos genéricos( ¿las palabras tienen polla por terminar en e?) . Los tiempos están cambiando y de repente el macho dominador del hogar ya no es el modelo a seguir. De repente llegar a casa a las 2 y encontrarte a la mujer con el plato de cocido en una mano y tu cerveza en la otra ya no pasa. De repente casarse con la novia de toda la vida y vivir con ella toda la vida, criando como conejos ya no es la norma. Digo de repente, porque 30 años no son nada. Y aunque para una gran cantidad de personas, sobre todo jóvenes, que los tiempos han cambiado es una obviedad, la realidad demuestra que a veces los hombres hemos cambiado menos de lo que parece.

La ilusión del sacrosanto matrimonio se rompe el día en que María le dice a José que ella también quiere salir de vez en cuando, que ella también quiere ponerse a trabajar, que a ver si hablamos de esto o me consultas lo otro. En fin, que la institución matrimonial funcionó mientras se basó en la subordinación de la mujer al hombre, porque ya se sabe que dos no discuten si lo que el otro dice importa una mierda. No digo que la unión de por vida sea imposible, pero desde luego la antigua tasa de éxito del 100% sólo fue una oscura manipulación.

Volvemos a José, al que enseñaron que hay dos tipos de tipos: Los auténticos hombres y los maricones. Y él tiene claro que es un hombre, que por detrás ni el viento, y que los mariquitas tienen derecho a la vida pero a mi que no se me acerquen. A José también le enseñaron que los hombres no lloran, que un hombre tiene que cuidar de su familia, que su mujer es para toda la vida- no como esas putitas con las que se relaja de cuando en cuando- y que el hombre propone y la mujer dispone. Y si tiene menos de 40 no se lo dijeron así de claro, pero como que lo fue intuyendo.

Todo encaja bien hasta que un día su María le dice que no lo aguanta, que está cansada de todo, que la vida tiene que ser algo más y que cada uno en su casa y Dios en la de todos. Entonces a José se le cruzan los cables, coje el machete y días después le dice al juez que apuñaló a María porque era suya.

Tras este estado del arte, vamos a ir sacando conclusiones. Mientras un posible motivo de la violencia doméstica (¿Qué coño es eso de terrorismo machista? ¿Todo es terrorismo ahora? ) puede ser la incertidumbre e inestabilidad económica de las personas, yo me inclino mas por pensar que el el principal motivo es que estamos en una época de cambio social forzado. Mientras que la forma de vida y el modelo de mujer se ha modificado en poco tiempo, las estructura de las relaciones personales y la moral van a rastras, años por detrás.

Llegará un día en el que la familia típica que hoy conocemos sea una minoría mas. Todo el mundo tendrá un padre y una madre, pero vivirá con uno, vivirá con otro, tendrá un amante de la madre, una nueva novia del padre, todos comerán juntos en navidad y después del turrón duro y el cava, los adultos se irán al cuarto, tendrán orgías fenomenales y aquí paz y después gloria.

Este presente confuso y este futuro idílico parece bastante incompatible con el macho modélico, posesivo cabezón de familia tradicional, que gusta de terminar con cualquier pequeña discursion alzando la voz para acongojar y dejar las cosas claras. El futuro no es tampoco del nuevo-viejo hombre “metrosexual” (que asco de palabra) que puede darle a María las mismas hostias, pero con las manos superhidratadas. “Ya no hay hombres” exclaman algunas mujeres, y ahí está la otra parte del problema, en seguir siendo hombres dejando atrás, de verdad, el machismo y las relaciones de dominación. Y la cosa no es fácil porque se trata de modificar una parte profunda del subconsciente cultural.

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4 Responses

  1. saricchiella Says:

    Y todo esto se hace aún más complicado si la mujer sigue contradiciéndose, a saber: trabaja fuera, pero ella es la que lleva al médico a los niños; si la casa no está impecable cuando vienen los suegros, es culpa SUYA; un día a la semana su marido cocina… pero ella va a la compra, ella pone la mesa y ella friega los platos. Según mi madre, la mujer trabajadora es lo contrario a lo que pretendían los de la liberación de la mujer, porque ahora trabajan el doble. Yo añado un “por ahora”, y espero que esa situación cambie, pero es complicado que alguien abandone su estatus de comodidad y cargue con tareas que desde hace siglos han sido de otra persona.

    En el caso de que el marido no sea machista y tenga buena voluntad (que los habrá, digo yo), la mujer tiene que cargar, además, con la presión de “los otros” (hablo, sobre todo, de la familia más cercana, tanto suya como del marido). Si él nunca ha puesto la mesa en casa, por poner un ejemplo, su madre se escandalizará si ahora tiene que aprender a poner la lavadora. Y se meterá en la relación sí o sí. Y, aunque él sea un amor que de verdad esté dispuesto a ayudar, el matrimonio (o el vivir juntos, o lo que sea) se verá afectado.

    Lo que intento decir es que esa modificación del subconsciente cultural se tiene que dar, no sólo de forma individual en los hombres que conviven con mujeres (o con otros hombres, que oye, alguien tendrá que fregar, no?), sino también de forma colectiva en el entorno. Hasta que no dejen de verse diferentes (ni para bien ni para mal, la relación mujer=víctima que está de moda últimamente me parece una barbaridad), no hay nada que hacer.

    Saludos :)

    pd.- al final quedamos en que, para la práctica, tú programas y yo cocino, ¿no? xDD

  2. Nacho Says:

    Uy, no voy a ser mu extenso. Solo decir Sergio, enhorawena, me ha parecio una entrada muy lógica, bien expresá y repensá. Estoy de acuerdo casi en cada coma y punto (bueno, quizás el punto final… :) ). Añadir que ahora estamos en un momento de crisis, que también es un momento de oportunidad. Tenemos la oportunidad de darle la vuelta a la tortilla y volver a hacer lo mismo pero al revés, o de cambiar los modelos culturales a una forma verdaderamente equitativa, todo depende de nosotros…y lamentablemente dada la poca atención que se está prestando a la educación de las generaciones que ahora llegan a la palestra, tengo mis dudas de que se vaya a hacer bien. En la educación está la clave.

    Saludos.

  3. Lillu Says:

    Interesante reflexión. Yo también creo que se trata de un problema educacional. Si a los chicos les enseñan “cosas de chicos” y a las chicas “cosas de chicas”, todo seguirá igual. Pero por otro lado, también está el nuevo pensamiento feminista de “yo, como mujer me basto y me sobro y el hombre es una piltrafa machista que no vale para nada”, que desde mi punto de vista hace un flaco favor a la búsqueda de la igualdad. Muchos hombres no comprenden la situación de muchas mujeres, pero otras tantas mujeres pretenden pisotear a los hombres por el simple hecho de que ahora pueden hacerlo y antes no. No creo que la solución sea ojo por ojo, sino fundar realmente unas bases sociales comunes que no estigmaticen a un sexo sobre otro. Difícil tarea :/

    saluditos!

  4. Sergio Says:

    (de vuelta de examenes)
    No me puedo creer que como mínimo tres personas se hayan leido este peñazo, Gracias¡

    Parece que todos coincidimos en el tema de la educación como punto clave. Aunque vosotros incidís mucho en lo de las tareas domesticas, a mi me da la impresión que eso es algo visible que si está cambiando mas rápido y puede igualarse pronto, pero lo veo mas jodido con ese subconsciente cultural que se manifiesta de forma mas sutil, algo mas como: Sí, mujeres y hombres somos iguales… pero algunos somos mas iguales que otras.

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