Los auténticos mods comen en Burgerkin
No se suponía que el rock fuera a terminar así. No voy a ponerme con el rollo de la autenticidad en la música, ni a comparar ésto con un woodstock que no viví, pero la cosa apesta un poco.
El evento:
En rock In Rio la música tiene aproximadamente la misma importancia que la banda sonora de un anuncio: Suena de fondo, mola si te paras a escucharla, pero está supeditada a vender una marca. El próximo Rock in Río deben de hacerlo en el IFEMA, porque por momentos parecía una feria de muestras, todo lleno de azafatas, stands y gente arrasando merchandising. La comida sólo Burger King y Telepizza, la bebida sólo Cocacola y Coronita, pista de nieve de colgate, Karaoke Ron Brugal y carpagigante del CorteInglés con sillones de masaje patrocinados por una marca de sillones de masaje. Un bonito puñado de corporaciones buenrollistas unidas bajo el lema: “Por un mundo mejor”. Vamos, no me jodas.
El público
Abrumador porcentaje de gilipollas.
30 % de la gente habla pasando del escenario. 20% de la gente se entretiene con pelotas inflables y aplaudidores inflables. 30% de la gente se pasea por los stands cogiendo cosas gratis. 20 % de la gente escucha a Bob Dylan. Nada mas que añadir señor juez
Las instituciones.
Despliegue policial del copón, TVE retransmitiendo los conciertos. comunidad de Madrid, ayuntamiento, subvenciones, terrenos públicos en mitad de ninguna parte. Un parque temático que saca a la gente de la ciudad para venderles un tour de ocio y consumo a una hora de viaje.
No hay problema en que una empresa monte un festival autofinanciado y dentro de lo posible se le faciliten las cosas. Pero hay una doble moral que me toca los cojones, con acritud. El que no tiene nombre y toca porque sí, el que organiza bolos en su garito aunque le cueste los dineros, el que colecciona discos, el que sale un miércoles para ver un concierto de ese tipo que canta ese tema desconocido que tanto me gusta ¿no lo conoces?. En fin, la gente que ama la música, los que hacen que el corazón de una ciudad lata a diario y no anualmente. Que coman mierda todos esos perdedores. Sólo importan macroeventos que sirvan como publicidad ante el turista y el señor mayor que madruga los lunes y vota cada cuatro años.
La música.
A estas alturas ya es lo de menos. Bob Dylan imponente y a lo suyo, voz cascadisima, y aún asi conciertazo de él y su banda de cowboys. Nuevas versiones de viejos temas y nuevos temas que la mayoría habíamos oído menos de lo que a él le gustaría. Country, rock, blues. Pero en aquel entorno la música sonaba extraña, como “Times they are a-Changin” en el anuncio de un banco.
PD: Un ejemplo de festival interesante y sin corromper es el etnosur de Alcalá la Real. Está centrado en músicas del mundo y tiene un criterio y una calidad intachables. Con su correspondiente ejercito de jipis, piesnegros, y disfrazados de jipis, eso también, pero se desarrolla en mitad del pueblo, en sus plazas y jardines con sus habitantes como participes. Algo bastante alejado del la idea de cultura como espectáculo y marketing. Y toca Shantel con su orquesta del club Bukovina. Fiestón asegurado. Y es gratis. Me dolerá perderme ese concierto.
Julio 13th, 2008 at 9:21 pm
A mí alguien me dijo que eso de Rock in Río no tiene nada de rock y que debería llamarse Pop in Río. Por lo que comentas, el nombre debería completarse con Pop in Río Feria de Muestras Musical :D
Ni me planteé ir, y es una pena, pero no me arrepiento.
saluditos!