Sigo con las impresiones que fui tomando durante el viaje.

El vino: Hace unos meses no me gustaba el vino, pero creo que me estoy aficionando. El tercer día hicimos una cata de vinos húngaros en un pueblecito junto al lago Ballaton (vinos TomBOR-ház) y al terminar, algunos quisimos comprar alguna botellita para beberla en casa y recordar el viaje. Esperando vimos una foto dedicada del rey de España al dueño de la bodega. Aún no imaginábamos que íbamos a terminar en el interior, donde maceran los vinos, cantando el tabernero himno de España a viva voz para agradecer al dueño que nos diera a probar la última botella del vino que le dió al rey cuando fue por Hungría. Mu rico.

Las mujeres:
Creo que no existe un arquetipo de belleza húngara, son un pueblo muy mezclado, asi que hay de todo. Eso si, les gusta enseñar la mercancía.

España está de moda.
Todo el mundo habla de España, quiere venir o ha venido y sienten curiosidad por todo lo que les suene a español aunque tienden a confundir lo latino con lo español. En la cena internacional nuestra tortilla de patatas y nuestros embudos ibéricos volaban de los platos a un ritmo diez veces mayor que la pasta italiana o la ensaladilla rusa. Lo curioso es que en España hemos pasado del “Como aquí en ningun sitio” a adorar fustigarnos y gritar continuamente lo chungo que es nuestro país. Ni tanto, ni tan calvo.

Bebiendo duro: En España, la gente bebe para pasarlo bien y porque está rico, (y también para tener cojones de entrarle a las tías). De francia para allá, la gente bebe para quitarse el frío y caer inconsciente. Se pasan el día hablando del alcohol, pero a la hora de la verdad no aguantan nada, al menos comparados con nuestra fuerte y sana generación del botellón. Una noche prepararon un cóctel mortal de redbull, vodka barato y sucedáneo de champagne y tuve que ayudar a llevar a 4 personas inconscientes a su cuarto. Con la cultura del alcohol tan sana que tenemos en la zona mediterráneay que en España estemos adoptando las leyes hipócritas de los países ingleses…. Vamos a conseguir cambiar al simpático borrachin del pueblo por el depresivo borracho marginal americano.

Nacionalismo: Hay una conciencia de pueblo muy fuerte en Hungría. Pese a que no parece haber una raza húngara definida, les he oido a veces hablar de que su pueblo llegó a las tierras que ahora ocupan en el año XX. Es decir el sentimiento de colectividad trasciende incluso al territorio que ocupan, algo asi como el rollo que tienen judíos.
También son especialmente protectores con su lengua, por ejemplo en lugar de incorporar tecnicismos en inglés utilizan sus propias palabras, asi que dicen que les cuesta mucho traducir vocabulario técnico.

Moda. He notado una querencia por el lujo cutre que tira patrás, collaracos, perlas, oros, etc, etc. Pero en los clubs guays la gente también va muy muy moderna.

Mascotas. Vi a dos chicas paseando bisones, vivos se entiende, y a un tipo sin pinta de vagabundo con una rata que le recorría el anorak y que le asomaba por el cuello de vez en cuando. Soy un coolhunter.